3.11.12

América, rock and roll y los Trolling Stones






De exposiciones va la cosa. Esta semana, antes de empezar a morir lentamente y sucumbir a la alergia como un gladiador derrotado, he ido a ver Covers, sobre la cultura americana de los 50 y 60. Y yo sigo sin entender que, siendo un tema interesante y gratis, cómo es que la sala de la exposición estaba más vacía que la nevera de un universitario.

Hablando un poco del tema de la exposición, el esplendor material de la sociedad americana de postguerra fue el escaparate con el que se quería vender la perfección de la familia y el auge del consumismo al resto del mundo. En plenos años 50, América se vanagloriaba ante su supremacía con perfectas amas de casa anunciando en la recién adquirida televisión envidiables productos para el hogar. Mientras, el estado de bienestar se rompía para un grupo social que encontraría en esta época la catapulta hacia un protagonismo que se iría reivindicando con el paso de los años hasta convertirse en una de las revoluciones más importantes de la historia. Los jóvenes americanos no encontraban su hueco en la sociedad materialista y su descontento encontraba su expresión en el estilo que encabezaría un nuevo movimiento, el rock and roll. Con oscuras cazadoras de cuero y pantalones ajustados marca-huevera, el espíritu instigador de James Dean y la voz incandescente de Elvis antes de volverse tordo se dio forma al nacimiento cultural más trascendental de todos los tiempos. La América conservadora y convencional se vio de pronto arrasada por el impulso adolescente de los solos de guitarra y las Harleys (avdbghsjdh) ostentosas y fue el escenario donde tuvo lugar el primer paso para el cambio que estaba a punto de producirse en todo el mundo.

Además de motos que sentí la necesidad urgente de robar y salir corriendo con una por el centro a plena luz del día, había revistas como Life o Time colgadas del techo con la resistente sujeción de un hilo, con Liz Taylor, Marilyn Monroe o The Beatles en sus portadas. Una gran pantalla en la que también tienen su momento de gloria los cuatro de Liverpool corona la sala mostrando actuaciones en vivo de varios artistas que avivaron la fiebre del rock and roll en su paso por América. El Jailhouse Rock de un Elvis en su mejor época, el tupé de Little Richard, James Brown y su desparpajo en el escenario, las canciones protesta de un Bob Dylan jovencísimo con su imprescindible armónica o The Rolling Stones con Mick Jagger hecho un pollo paseándose con gracia por el escenario acompañado por Brian Jones a la pandereta son algunas de las imágenes que aparecen y que me hicieron querer sacar una tienda de campaña de esas del Decathlon y quedarme a vivir ahí para siempre. Pero no lo hice.

El espíritu de la era dorada del rock and roll se impregna hasta en las paredes de la exposición, donde enormes murales que quería llevarme para mi habitación captan la atención ya desde la puerta de entrada. Con el título de "Descarados" se da pie a las grandes fotos que aglutinan la revolución musical de los años 50 y 60, con The Rolling Stones y The Beatles en el centro, rodeados de los precursores que hicieron saltar la chispa del rock, como Chuck Berry, Buddy Holly o los ya homenajeados en pantalla James Brown, Elvis o Little Richard. No podían faltar tampoco Jerry Lee Lewis mostrando su ardiente pasión por el piano (je) y el grupo femenino de la época, The Ronettes. También hay lugar para las portadas de algunos de los discos más representativos de la época, desde Ray Charles hasta The Beach Boys, así como tres pantallas conectadas a unos auriculares en las que pasan una y otra vez Elvis y el intérprete de Johnny B. Goode con su característica ES-335 roja.
 
La exposición recrea una época representativa y una cultura que ha logrado permanecer en el tiempo de manera inalterable, con unos mensajes que aún son aplicables hoy en día y que hace envidiar a muchos contemporáneos esa forma inconformista de ver el mundo de las nuevas generaciones de la época, cuando el talento pareció emerger de golpe en una explosión de letras y música únicas, incombustibles y eternas.

Por otra parte, los Trolling Stones siguen haciendo de las suyas y antes de los de Londres han dado dos conciertos sorpresa en París con entradas a un precio que no es ni un cuarto de lo que valen las de sus posteriores (y programados) conciertos. Vamos, que Mick Jagger se levantó un día de resaca en Francia y dijo "ya que estamos". Lo raro ha sido que a Ronnie no se le haya escapado nada. 

1 comentario:

Unknown dijo...

La cabecera de tu blog es sensacional, como la actualización en sí. Tiene que ser la hostia encontrarte con todo eso.