22.12.13

Phil Collins la lía


Phil Collins ha decidido que es el momento adecuado para revolucionar un poco el panorama progresivo a nivel mundial. Nuestro calvo favorito no ha sido nominado para formar parte del Rock and Roll Hall of Fame como el que fuera su antecesor en Genesis, pero ha conseguido más atención que Peter Gabriel, que ha pegado un acelerón de última hora, como Paul Walker.

El caso es que el legendario batería, tras haberse retirado alegando problemas de salud, ha resurgido de los calabozos del prog como una rosa y ha anunciado una posible reunión de Genesis y un disco nuevo en solitario. Lo que es 'hacer un David Bowie' en toda regla. Eso sí, sin Steve Hackett, que ya anda por ahí haciendo sus giras y sus cosas como un lobo solitario. La cuestión es si Peter Gabriel, el que fuera cantante de Genesis, se apuntaría a esta reunión de antiguos alumnos para llevar, literalmente, la voz cantante. Según él, no es una de sus prioridades, pero básicamente ha dicho que hay que aprovechar antes de que se muera alguno, lo que por desgracia suele pasar con las bandas jurásicas estos días.

Por otra parte, Neal Morse, que parece incapaz de dejar de hacer cosas, vuelve a la carga con lo nuevo de Transatlantic. El súpergrupo de Morse, Roine Stolt, Pete Trewavas y el adicto a twitter, Mike Portnoy, ha estrenado vídeo, single y fechas para conciertos. Vuelven a venir a España casi por las mismas fechas que la última vez, más puntuales que la regla en un anuncio de compresas. Mientras llega Kaleidoscope, el nuevo disco, he aquí las pruebas de mi presencia en su paso por Madrid del año pasado, como un capítulo recopilatorio. 





1.11.13

"Arcade Fire se apuntan al baile". A Bowie le gusta esto


Arcade Fire y su Reflektor han aterrizado antes de lo esperado. Siendo el 29 de octubre su fecha oficial de publicación, el grupo pensó que sería una buena idea trollear sorprender a los fans colgando su nuevo álbum en Youtube días antes del lanzamiento. Y los primeros que lo escucharan descubrirían unos Arcade Fire más bailables de lo normal. La banda canadiense ha decidido inclinarse esta vez hacia una pendiente más divertida y fiestera con un disco caracterizado por unas canciones a las que les importa más hacer moverse por la pista al que las escucha que profundizar en el mensaje de sus letras. Algo en un lado más alejado que Neon Bible o The Suburbs.

Reflektor es un álbum mucho más rico que un simple salto a lo disco o lo funky, aunque en ciertos momentos dé impresión de pastiche barroco. Es fácil pensar en sonidos Bowie o de marca Depeche Mode.
Y hablando de David Bowie, al que fuera Ziggy Stardust le ha emocionado el nuevo trabajo de Arcade Fire y se ha colado en los coros más álgidos del primer single que da nombre al disco, 'Reflektor'. Incluso bromeó con "robarles la canción" de lo mucho que le gustaba. Desde que el Duque Blanco ha vuelto a la escena pública anda con mucha chispa.

El espíritu del baile y las ganas de fiesta que comentaba antes se ven enseguida con 'We Exist', al poco de arrancar el disco. Su ritmo decorado con sintetizadores me evoca a un Travolta setentero con pantalones de campana y gomina y brillantina hasta en las cejas. Eso sin contar el tío cubierto de espejos del videoclip de 'Reflektor', que parece un x-men. Es con 'Flashbulb Eyes' donde se les va la mano, con una innovación que sobrepasa los límites de los pobres ilusos que esperaban un disco que siguiera la línea del single. Y aquí se reúnen el disco, el reggae, un ritmo "tropical" que se descubre en el trasfondo del álbum.
Para seguir con el popurrí, el rock y unos toques punk no podían faltar. 'Normal Person' arranca fuerte, simple y adictiva. Un poco del rock de siempre, con estribillo y guitarras en lo más alto, que nunca viene mal. En cuanto al punk que se ha colado en Reflektor, 'Joan of Arc' es la que se queda con este toque en su intro. Ninguna de las dos tiene desperdicio, ambas por el terreno más convencional. Bastante parecen haberse contenido para no meter más tambores por aquí. 

Antes de entrar a las siguientes, resaltar que la portada del disco es el mito de Orfeo y Eurídice, plasmado en escultura de la mano de Rodin. Quizá por eso las siguientes piezas, que nombran a los dos personajes de la mitología griega, puedan calificarse como las "centrales" del álbum. 'Awful Sound (Oh Eurydice)', que arranca con el sonido africanizado de los tambores marcando el ritmo, y que se alarga suave y ecléctica, engalanada con coros de fondo, hasta los 6 minutos. Muy dulce y muy agradable a la escucha. En la otra parte del Yin y el Yang, tras el brusco corte de 'Awful Sound', tenemos 'It's Never Over (Hey Orpheus)', que arranca ya más electrónica.

Arcade Fire ha jugueteado con las nuevas tecnologías y los nuevos sonidos como ya varios artistas este año, que solo falta que lancen singles al grito de tonto el último. El resultado final (donde no ayudan mucho las letras algo dejadas) no es algo demasiado novedoso en el panorama musical actual, pero sí un punto de inflexión para ellos y unos nuevos aires, con los que se arriesgaban a darse el hostión contra el suelo, a los que han sabido dar una buena dirección. 

18.10.13

Paul McCartney saca disco y se entretiene haciendo conciertos sorpresa



Digamos que, en su nuevo disco, Paul McCartney ha decidido coger un poco de aquí y otro de allá. En general, no podían faltar las, ya marca de la casa, melodías pegajosas e imposibles de arrancar de la cabeza, con esa aura beatle que desde siempre ha perseguido al sir, quiera o no. Eso en cuanto a forma y melodía. Es en los arreglos donde nuestro septuagenario favorito ha decidido desmelenarse echando mano de sonidos contemporáneos y bastantes guiños electrónicos. Me lo imagino con las gafas de sol y una gorra puesta del revés. "Ya tengo esta acústica, Giles, aún soy joven. Anda, sé buen productor y acércame esos sintetizadores. A tu padre no tenía que repetirle estas cosas". Y así.

Dejando a un lado la faceta de Phil Dunphy padre moderno del señor McCartney, New es un álbum que engancha y que remarca al ex beatle como uno de los mejores compositores de nuestros tiempos. Suena contemporáneo y nostálgico a la vez, innovador y clásico. Además de una variedad que engloba pop, rock acústico o toques electro, Paul ha sabido recuperar sus raíces y adaptarlas a un sonido que nació cuando él ya había sido coronado divinidad pop.

'New', 'Everybody Out There' y 'Save Us' fueron las primeras en salir del álbum para pasar al directo, como ya comenté en el anterior post. Ya sabéis, la pegadiza sesentera, la del toque arabesco dedicada a los fans y la pseudo Franz Ferdinand. En 'On My Way To Work', McCartney canturrea sobre sus años mozos pre-Beatles acompañado de unos cuantos punteos acústicos, temática que repite en 'Early Days', aunque en esta última los falsetes repartidos a lo largo de la canción le jueguen de vez en cuando una mala pasada. En el bando extremo del nuevo Paul vanguardista se alza 'Appreciate', una Picassada (para ser él) con un conglomerado de sonidos electrónicos y alguna guitarra por ahí suelta. Y en el palo intermedio, resaltar un par: 'I Can Bet' y 'Alligator'. La primera, una sorpresa que abre con un animado ritmo funky y con unos sintetizadores muy setenteros acompañando la guitarra, lo que parece un recordatorio a su etapa con Wings. Con 'Alligator' tengo un debate interno. No es una de sus mejores letras, sin embargo, me parece que es en esta canción donde más adapta a sus melodías clásicas los nuevos sonidos que ha querido incluir. Fondos electrónicos-espaciales para adornar los coros. Me está ganando conforme más la escucho.



Por otro lado, llama la atención la forma en la que Paul está promocionando el disco, como si fuera el protagonista de 'Hay una carta para ti'. Si unas semanas atrás actuaba por sorpresa en un colegio americano, hace poco se plantó como quien no quiere la cosa con un camión en medio de Times Square para improvisar un concierto. No acaban ahí las aventuras de Paul, porque hoy ha aterrizado en Covent Garden, en Londres, y ha tocado durante veinte minutos delante de los turistas que pasaban por ahí haciendo fotos a las estaciones de metro. Paul ha aprovechado la hora en la que los trabajadores de la zona tienen descanso para comer para aparecer encima del escenario, que más de uno se habrá atragantado con la lechuga del sándwich. Luego a ver cómo le explicas al jefe que llegas tarde porque Paul McCartney se ha pasado por ahí a saludar.  

25.9.13

De canciones y torsos

Eso de que lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas no se aplica a Paul McCartney. No es que el ex-Beatle se haya desmelenado en un casino de la ciudad del pecado, acabando la noche cubierto de plumas color rosa y duchado con ron, sino que aprovechó el concierto del sábado pasado para hacer públicas dos nuevas canciones del disco que saldrá el mes que viene. Que se ve que el hombre no aguantaba más.

'Everybody Out There' y 'Save Us' han sido las elegidas, dando quizá una pista de los palos que va a tocar el disco. Después del single 'New', con una melodía más que pegadiza que fácilmente podría encajar en la etapa de los cuatro de Liverpool, 'Everybody Out There' empieza con un punteo arabesco que me encantaría ver interpretado por un sitar. Una pieza acústica que no tiene desperdicio y que aquí sigo escuchando desde que he descubierto el vídeo hace un rato. Por otra parte, 'Save Us' es como el grito de juventud de McCartney, metiendo un poco de rock por aquí y unas guitarras por allá. Por el tono y la forma del tema, no me extrañaría si lo viera en un setlist de, por ejemplo, Franz Ferdinand, vaya.




Vamos, que entre estos dos temas y otros dos nuevos vídeos para adornar el lanzamiento de 'New', Paul está que lo tira. No sé si será para contrarrestar las últimas fotos de Bruce Springsteen en las playas de Brasil, donde durante un descanso del Rock in Río, el Boss ha aprovechado para mostrar orgulloso a la cámara su torso bien trabajado. Luego me tomo mi frasco de pastillas y me recuerdo que tiene 64 años. Creo que después de esto no cabrá duda de que Springsteen desayuna piedras filosofales. O ladrillos.

20.9.13

A relaxing Springsteen

A pesar de llevar meses sin dejarme caer por aquí y de cambiar de blogger a wordpress y de wordpress a blogger hasta haberme planteado seriamente lanzar el ordenador por la ventana y entregarme al budismo tibetano, y a pesar de no haber comentado sobre el tema más que un triste tweet mendigando un fav, no voy a decir nada del relaxing cup de las olimpiadas ni de la intachable imagen que nos hemos ganado internacionalmente. Nada, salvo que Ana Botella debería haber contratado al mismo que le ha enseñado español a Springsteen. Se ve que desde el concierto en Madrid que dio el verano pasado, donde la chuleta con el discurso se veía desde las gradas, ha debido de dar un curso de CCC o algo por el estilo, porque se ha arrancado a versionar 'Sólo le pido a Dios', con unas cuantas frases antes incluidas. Podrá tener un cartel gigante detrás de la cámara o algo, pero a mí con leer así a final de curso mientras paso el prompter en clase de Televisión, me vale.



Por otra parte, últimamente he estado leyendo cosas como "El nuevo disco de los Beatles saldrá el 11 de noviembre". Y no, no es que me haya pegado tal fiesta que haya viajado atrás en el tiempo, sino que se va a lanzar la continuación del 'Live at the BBC' del grupo de Liverpool. Yoko Ono ya está pensando qué puede hacer para rascar pasta de algún lado. Por lo menos no es una reedición remasterizada con el cd del revés o alguna cosa nueva que se les ocurra ahora, que sólo falta que Paul McCartney se reedite a sí mismo. "Ahora habla en estéreo", anunciarían en NME. Y hablando de Paul, su álbum 'New' estará listo para el 14 de octubre, del cual ya dejó caer un single muy 'beatleiano' hace unas semanas. Ese es el disco que tanta inquietud había creado en los fans de la vieja escuela desde que McCartney dejó entrever que iba a "hacerlo más moderno". Como un padre con una gorra de rapero. De momento, yo sólo he escuchado el single unas 40 veces. 

1.5.13

La música y los medios, desde el jazz

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“¿Quién usa una rueda para aplastar una mariposa?”, desafiaba un titular del Times reviviendo a Alexander Pope una mañana de julio de 1967. El redactor jefe William Rees-Mogg dio por finalizada la lucha de la policía con The Rolling Stones y su influencia mediática permitió evitar la cárcel a Mick Jagger y Keith Richards, inculpados de manera excesiva por un delito que, de no haber sido cometido por los integrantes de un grupo de rock and roll que se reía en la cara de la autoridad, no habría tenido tanta importancia. Fue en una redada en Redlands, la casa que se compró Keith Richards y que pronto se convirtió en el cuartel general de todas sus fiestas. Alertados por el periódico sensacionalista News of the World, la policía, que tenía más ganas de pillar a los Stones que Candace a Phineas y Ferb, se presentó en mitad de una fiesta después de esperar a que se fuera George Harrison y se acusó a Mick Jagger de posesión de speed, el cual había comprado en Italia y era legal. Después de que a los Beatles les hubieran condecorado como Miembros de la Orden del Imperio Británico y se hubieran vuelto intocables, pillar a un Rolling Stone era el mayor trofeo que podría obtener un poli, solo que no habría estado tan bien visto si hubiera colgado la cabeza de Jagger encima de su chimenea. En cuanto a Keith Richards, y según sus propias palabras, el juicio se centró más en por qué Marianne Faithfull se encontraba en la fiesta envuelta en pieles y acabó un día en la cárcel por llamar "vejestorio" al juez.

23.4.13

Cuando Phil Spector metió la zarpa en los Beatles



Let it be, además de la banda sonora del anuncio de Danone, fue el último álbum de estudio de The Beatles, a pesar de empezar a grabarse antes que el de la mítica portada del paso de cebra. Let it be se publicó en Reino Unido allá por 1970, dando por finalizada la hasta entonces imparable carrera artística del grupo de Liverpool.

Con este álbum empezaron las peleas en el barro sesiones de grabación en 1969, bajo el nombre inicial de Get Back y la descripción del sutil Lennon de “el pedazo de mierda peor grabado con el ambiente más asqueroso de la historia”. Este proyecto, que fue apartado en abril para dejar paso a Abbey Road, contó con la producción del excéntrico Phil Spector, el malhumorado creador del mundialmente conocido “muro del sonido”, quien apareció en escena llamado por George y John.

Si ya había tensiones en el llamado “Álbum Blanco”, donde cada Beatle parecía estar trabajando en un mini disco por separado, en Let it be el ambiente que reinaba entre ellos apenas dejaba que coincidieran en el estudio, siendo el pobre Paul el único que aún intentaba alargar, sin éxito, la vida del grupo. Aún así, también hubo momentos tensos durante Abbey Road, donde la producción fue mucho más relajada. Sucedió cuando a Yoko, que no sabe que con la comida no se juega, le dio por levantarse de la cama (sí, le habían instalado una cama en el estudio) para robarle una galleta a George Harrison, quien la llamó "zorra" mientras miraba impotente desde el otro lado del cristal, donde también estaba John Lennon. Pero eso otro día.

Por la grabación de Let it be se produjo el concierto más famoso de la historia en el propio tejado de Apple, en Savile Row. Paul McCartney, en un intento de salvar The Beatles como muestra de su nuevo papel de sucesor de Brian Epstein, había sugerido la creación de un disco que les devolviera a sus lejanos inicios de rock and roll y que les permitiera volver a tocar en directo. Desde 1966 y para el horror de sus pobres fans, el grupo no había vuelto a pisar un escenario como método para centrarse en la búsqueda de nuevos sonidos más trabajados, siendo el primer disco de esta etapa el mítico Sgt. Pepper's, que abrió la puerta a la psicodelia y a los álbumes conceptuales. Sería entonces cuando Mick Jagger diría "yo también quiero" y nacería Their Satanic Majesties Request.

Con la mano de Phil Spector de por medio, Let it be tuvo todo lo contrario a la frescura del rock and roll revivido que había pedido Paul. El productor norteamericano, del que se dice que le gustaba llevar una pistola encima, no dudó en meter su muro de sonido, inundando las piezas de orquestas y coros, y acabando con la paciencia de McCartney, sobre todo con la edición de The Long and Winding Road.

Años más tarde, en el 2003 se publicó Let it be… Naked, la versión con remezclas de las grabaciones originales en las que Paul manda a freír espárragos a Spector. Ahora, se ha publicado en edición digital y se ha añadido 20 minutos extra de conversaciones en el estudio y fotografías. El batería, por su parte, apuesta por McCartney: “Cuando lo escuché por primera vez, me asombré. Me devolvió a los tiempos cuando éramos un grupo, cuando éramos The Beatles”. Muy conmovedor, Ringo. 

12.4.13

Semana Bowie (III): El extraterrestre y la Iguana

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Tras el despegue que dio su carrera en los 70, David Bowie se ha codeado con multitud de personalidades influyentes de la época, coloridas y vanguardistas, para servirse de su inspiración o incluso para abrirles paso cuando su trayectoria parecía estancada, como fue el caso de Iggy Pop.

David Bowie descubrió artísticamente a Iggy, a quien desde siempre le ha gustado mucho eso de lucir torso, a principios de los 70, muy poco antes de empezar a ser conocido como Ziggy Stardust, el extraterrestre de pelo naranja, y con ello, dar el paso a la fama. Iggy Pop, maníaco salvaje y greñudo de pantalones ceñidos y camisetas inexistentes, tenía una personalidad abrasadora en el escenario y junto a The Stooges, en medio de la vorágine del glam rock, dio los primeros pasos de lo que sería el nuevo movimiento del punk.

A pesar de su tremendo potencial, en Reino Unido no parecía acabar de cuajar esta figura de rock garaje salvo en David Bowie, quien se llevó a Iggy y a unos reunidos Stooges en 1973 (después de un parón unos dos años antes) para grabar Raw Power. Aún así, la mezcla del disco, hecha por Tony DeFries, se hizo lejos del alcance de Iggy, quien editó en el 97 una versión sobre cómo debería haber sonado el disco. A lo Paul McCartney y Let it be. Fue entonces, después de Raw Power, cuando The Stooges desaparecieron, con el consecuente ingreso de Iggy en una clínica mental y drogas a punta pala.

En el 77, después de ser detenidos un año antes en Nueva York por tenencia de drogas y con la inauguración de la trilogía de Berlín a través de la creación de Low, David Bowie produce The Idiot y Lust for Life a Iggy Pop, acompañado de una gira conjunta con Blondie de teloneros. Toda la fiesta. Esto ocurrió durante su estancia en la capital alemana mientras vivían con el productor Brian Eno, compartiendo piso cual estudiantes. Según Paul McGuinness, mánager de U2, en el piso se oían cosas como “Has cogido mis calcetines, hijo de puta”. Yo habría esperado algo como “Devuélveme el gloss, he quedado con Mick Jagger” o “¿Alguien ha visto mis plataformas?”

En palabras de Angie Bowie, aquello fue “una luna de miel para David e Iggy” y es en esta época cuando surgió el ya casi dicho popular de que Bowie funcionaba a base de leche y cocaína. De todas formas, dentro de poco esta relación en la etapa berlinesa de Bowie y Pop será objeto de producción cinematográfica en una película que tendrá por nombre Lust for life (con sus nombres reales, no como en Velvet Goldmine, donde por cierto, Ewan McGregor se echa encima más purpurina que David Bowie y Marc Bolan juntos en toda su carrera).

29.3.13

Top Five: Los sexagenarios del rock mejor conservados

Nacidos en los 40, rozando la década de los 50, fueron la generación que cambió la forma de ver el mundo y la música. Los que pusieron la banda sonora al levantamiento de la nueva figura adolescente que había surgido y que, para los afamados swinging sixties, ya se había apoderado de todos los ámbitos sociales. Con más auge en una década u otra, estos seis maromos no solo revolucionaron la cultura del rock, sino también las hormonas de varias generaciones. Con ayuda, consultando a varias fuentes ajenas al concepto de adoración a fósiles del rock y con un constante "qué haces con esas fotos de viejos" alrededor, ha salido el primer Top Five absurdo del blog.

Los sexagenarios del rock mejor conservados

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5. Roger Daltrey y Tom Petty: empate en el quinto puesto entre estos dos rubitos que casi desarrollaron técnicas ninja esquivando bragas y diversas prendas íntimas desde el escenario allá por los 60-70. Por mucha barbita de chico malo que se deje el líder de los Heartbreakers o por mucho pecho al aire que enseñe Daltrey en la última gira con The Who, los que lucieran una melena equiparable a Simba en la famosa era dorada no logran pasar del quinto puesto.


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4. Sting: A pesar de los muchos anabolizantes que parezca haberse metido en los últimos años es innegable que quien tuvo, retuvo, y el que fuera cantante de Police ha avanzado posiciones respecto a Petty y Daltrey. Que su sonrisa siga igual que en los estrafalarios 80 le hace ganar puntos aunque el look Bruce Willis que parece empeñarse en lucir últimamente no le favorezca tanto como su característico peinado Piolín.

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3. David Bowie: mi amor por el creador de Ziggy Stardust no ha dejado que lo coloque en un puesto más bajo, aunque la competencia a este nivel ya es más dura. Es imposible negar que Bowie ha mejorado al estilo vino embotellado, con el paso de los años. Podría tener su aquél en la época de extraterrestre andrógino cubierto de purpurina, pero a sus 66 tacos ha logrado un aspecto físico envidiable y por el que seguramente Mick Jagger vendería sus morros al diablo. Otra vez.


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2. Roger Waters: el Richard Gere del lado oscuro de la Luna. Aun rozando las 70 castañas y con una melena gris delatadora, la mítica figura de Pink Floyd no podría tener mejor aspecto. Otro que, al igual que Bowie, lo que no tuvo de joven imberbe lo consiguió con la llegada de las canas.


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1. Bruce Springsteen: el Boss es el indiscutible número uno, tanto para fans acérrimos que se dislocan la mandíbula por gritar en sus conciertos hasta para compañeros de clase que murmuran mirando de reojo un “bueno, ese viejo sí que está bastante bien”. Y nuestro querido Bruce lo sabe. O por lo menos el asesor que le da el visto bueno a salir al escenario con unos vaqueros más ceñidos que el bañador de Falete en Splash.

22.3.13

Semana Bowie (II): The Next Day, canción a canción

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La resurrección musical de David Bowie ha tomado la forma de una mezcolanza de viajes al pasado. Desde toques de la época de Ziggy Stardust, pasando por la trilogía berlinesa y Ashes to Ashes, en The Next Day se dan cita tanto el Bowie vanguardista, como el rockero de riffs incendiarios, o el ecléctico, romántico y oscuro. Se ensambla así una vuelta heterogénea de quien fuera una de las más importantes imágenes del glam en los 70. Álbum con subidas y bajadas, pero imprescindible. Y solo ha tardado 10 años.

The Next Day: la canción con toques eléctricos que da nombre a la bienvenida de Bowie en su regreso en el siglo XXI. Ritmo pegadizo que explosiona en el estribillo. Un golpe duro que decide resucitar los 70 para abrir boca al disco. Tocando más el rock que otras del álbum.

Dirty Boys: espesa con un hipnotizante ritmo lento, como un jazz provocador en el que se recrea de la mano del saxofonista Steve Elson. Canción con tintes oscuros y  perturbadores, con riffs eléctricos en el trasfondo como evocando la época de las antiguas estrellas del glam. Difiere en parte del resto del disco.

The Stars Are Out Tonight: segundo single y, en la primera escucha en su momento, más prometedor que el primero. Un rock pop con el que retrata a la estrellas ("todo tipo de estrellas" según Visconti) en su pose acechante y tintada, la brillantez perenne. "Dead one are the living", dice Bowie ganándome. De ritmo fácil y melodía casi atemporal con un sonido brillante in crescendo.

Love Is Lost: guiño vanguardista al disco. Sonido eléctrico y sintetizado con un teclado de base, ecos difuminados en el instrumental donde vuelven otra vez los toques oscuros. Amor en la era de Internet, según Visconti.

Where Are We Now: la balada que nos pilló por sorpresa y que se elevó demasiado en un primer momento por el impacto inicial del regreso de Bowie. Elegante, oscura y mirada nostálgica al Berlín setentero que sirvió de entrante pero que se ha quedado flojo en comparación con la mayor parte de The Next Day. Repetida la jugada del single de Ashes to Ashes.

Valentine's Day: en una rápida primera escucha es donde más fácilmente he reconocido al Bowie de antaño. Lenta pero con ritmo, elegante riff pegadizo; tranquila y dulce en su parte instrumental, hecho que choca con la interpretación de la letra por parte de Visconti, que afirma que se basa en la mente de un asesino, inspirada en las masacres en los colegios de EEUU.

If You Can See Me: rápido ritmo e inquietante desde el principio, melodía retorcida con un ligero regusto a progresivo y una mezcla de funk rock. Bowie canta acompañado a los coros por Gail Ann Dorsey. Tirando a la vanguardia berlinesca.

I'd Rather Be High: riff evocador y colorido que guía a lo largo de toda la canción, con tema bélico al igual que How The Grass Grow.

Boss Of Me: vuelve el lado más oscuro y profundo de Bowie, con un inicio de guitarra descarada pero que no acaba de lanzarse del todo hasta la mitad final de la canción, donde la voz cobra fuerza. "I look to the stars as they flicker and float in your eyes, and under these wings of steel the small town dies"

Dancing Out In The Space: ritmo animado y repetitivo en una canción a la que quizá se le podría haber sacado más jugo por un título que podía recordar a Space Oditty, Starman o algo más de marciano setentero.

How Does The Grass Grow: conjunta en temática a I'd Rather Be High con un inicio sintetizado que recuerda a unos 80 eléctricos. Melodías pegadizas típicas bowiescas y necesarios toques de guitarra en forma de solos.

(You will) Set The World On Fire: desde el primer minuto ofrece el toque de rock en este disco coctelera que es The Next Day. Una de las más explosivas del álbum en la que Bowie derrocha voz y energía, con un momento también para un solo incendiario.

You Feel So Lonely You Could Die: canción ambientada en la Guerra Fría y el espionaje, de título con posible guiño a Elvis y su Heartbreak Hotel. Es una balada que mece hacia el final del disco alzándose de forma leve pero con tono épico en los momentos adecuados, con coros y melodías que llevan atrás en el tiempo. Casi puedo saludar a Ziggy.

Heat: Intensa, pesada, misteriosa con el trasfondo del bajo y los guiños eléctricos medio extraterrestres. Aparece de nuevo el Bowie vanguardista que prometía Visconti.

So She: primeros acordes que huelen a un suave y extraño rock and roll acústico que acaba renaciendo en una melodía dulce, con aire majestuoso y algo juguetón. Guitarras que se alargan con ecos psicodélicos y punteos misteriosos con la calmada voz de Bowie por encima.

Plan: segunda canción del bonus track después de So She. Instrumental de no más de dos minutos, basado en arranques de guitarras poderosos y pequeños ecos de punteos.

I'll Take You There: una de las mejores del disco que extrañamente se ha relegado al bonus track junto con las dos anteriores. Otra de las piezas rockeras setenteras que completa el The Next Day con un estribillo imposible de despegar de la cabeza.

21.3.13

Semana Bowie (I): David Bowie 10 años después o cómo sacar un disco sin despeinarse

 



Apenas unos días atrás, que el polifacético David Bowie nos sorprendiera con un disco totalmente nuevo parecía una utopía imposible. El cantante de mirada alienígena ha estado viviendo oculto tras las cámaras y apartado de los escenarios más tiempo del deseado por sus seguidores, rechazando incluso participar en la clausura de los pasados Juegos Olímpicos de Londres o en el concierto benéfico de The concert for Sandy Relief. Quizá por eso haya decidido compensarnos anunciando un nuevo disco en el día de su propio cumpleaños, con un single y un vídeo incluidos que se presentan como el primer material inédito que publica el creador de Ziggy Stardust en diez años.


The Next Day es el nuevo álbum que saldrá publicado en marzo, la portada del cual ha causado disparidad de opiniones cuando los fans han visto un cuadrado blanco con el nombre del nuevo disco encima de la que fuera la carátula del mítico Heroes. Interpretación de este diseño aparte, su productor ha prometido un Bowie clásico y también vanguardista para este lanzamiento, cuyo setlist y primer videoclip se colgaron a primera hora en su página web oficial el mismo día en el que el Duque Blanco sopló las 66 velas. Y sin titánicas promociones ni entrevistas exclusivas. David Bowie ha conseguido que su noticia bomba pase de puntillas por delante de los medios.


David Bowie se ha estrenado con Where Are We Now, balada lacónica que evoca con nostalgia y un suave piano la temporada que pasó el artista en el Berlín setentero. Una voz calmada y sosegada, triste y rota en ocasiones, da un repaso por los locales y las zonas alemanas que más destacan de sus años de juventud, en los que se cocieronLowHeroes y Lodger en la llamada “Trilogía de Berlín”. Con esta nueva canción, el que fuera uno de los representantes más importantes del glam en los años de las plataformas y los brillos, muestra su lado más elegante y oscuro ensamblado en forma de elegía.


Esta grabación secreta, de la que no se había filtrado ningún tipo de material por Internet, es uno de los primeros regalos que nos deja el Año Nuevo, aunque no es garantía de que vayamos a tener de gira a nuestro alien favorito. Bowie ha dejado caer que sí, que a lo mejor hace un pequeño concierto si le apetece, pero visto el ánimo de iguana letárgica que tenía cuando el Sandy Relief y los Juegos Olímpicos seguramente no haya que hacerse muchas ilusiones. Aun así, The Next Day, ya sea una vuelta al pasado con su poesía marciana o una ventana abierta a lo experimental, pone de manifiesto uno de los hechos más importantes: Bowie ha vuelto.

9.3.13

"Mamá, me voy a Francia en el bus de una banda de rock. Grábame Phineasy Ferb"





O de cómo acabé metida en el backstage sin tener la mínima intención.

Cuántas veces se ha oído aquello de que éste no es un país de rock progresivo. Y si bien es cierto que los conciertos que realizan se resumen en pequeños hervideros de testosterona, ostentan un público envidiable entregado al máximo durante horas de duelos de guitarra interminables.

Aún no me había convertido en un sandwich humano cuando aparecieron Roine Stolt y sus Flower Kings en el escenario, ataviados con la última moda de los años 60. Entre algún ajuste de sonido y temas de media hora, Hesse Fröberg, micro en mano, se encaramó ahí donde pudo e hizo suyo el escenario en cuestión de minutos, adornando su potente chorro de voz con sacudidas de pelo Pantene y contoneos con la Les Paul, llamando la atención de las 4 ó 5 chicas que estábamos allí esa noche. Es una de las ventajas de ir a estos conciertos de rock progresivo, el baño nunca de mujeres nunca estará ocupado. Stolt, más hablador y cercano al auditorio, pareció darse cuenta de la situación y bromeó en cuanto al número de público femenino de la noche. Siempre con su porte majestuoso, controló la situación haciendo gala de su envidiable dominio del punteo eléctrico mientras Jonas Reingold, que más tarde nos estaría hablando de su segunda vida como atleta en el bar del local, demostraba con su animada excentricidad que el rol de bajista desapercibido no va con él.

Desde Numbers hasta In the Eyes of the World, la banda sueca deleitó con piezas reminiscentes de la influencia eléctrica del jazz fusión, con matices con regusto a Pink Floyd o Led Zeppelin; o con brillantes pasajes instrumentales, donde en un momento se lució especialmente Tomas Bodin, exaltado tras el teclado.

En plena efervescencia progresiva estaba la pequeña sala madrileña cuando entró el esperado Neal Morse con todo su equipo, entre ellos Mike Portnoy, el mítico batería que en varias ocasiones se encargó de poner la nota de humor del concierto, dirigiendo con las baquetas en la parte de los coros. Baquetas que, una vez más, no pude coger. Claro que jugaba en desventaja si tenía que ganar en salto de altura a los maromos de la primera fila.

Con espontaneidad y cercanía, Neal Morse contagió a la audiencia de una energía inagotable hasta el apoteósico final, combinando teclado con guitarra en un derroche de jovialidad y entusiasmo, como llevando la salvación de la mano. El nuevo Momentum fue el tema que presentó a este genio del progresivo a poco más de las 9 de la noche, entre bromas y saltos del líder del grupo. Sobresalieron las guitarras de Eric Gillette y Adson Sodré, cada uno a un lado del escenario repartiendo perfiladas melodías y riffs desgarradores.

Author of Confusion, The Temple of the Living God, Another World o 12 fueron varias de las piezas que explosionaron a lo largo de la noche, con la notable ausencia de Weathering Sky, que sí se ha podido escuchar en el resto de su tour europeo. World Without End fue la guinda que culminó la parte de Neal y su banda en solitario, poco antes de que hiciera su entrada Roine Stolt para el primer regalo del bis. Fue entonces, donde ya tomaba forma el espíritu Transatlantic, cuando tuvo su momento una de las composiciones más alabadas, la ascética y cálida balada de Bridge Across Forever. Se vio aquí a un Neal muy delicado al teclado en contraposición con anteriores canciones más movidas, donde aprovechaba para recorrerse el escenario con los brazos en alto como la estrella de un coro gospel de iglesia americana.

Poco a poco, a medida que se iban desgranando temas como All of the Above, A Man Can Feel o Rose Colores Glasses, fueron apareciendo los miembros de The Flower Kings al completo, para culminar con Stranger in your Soul en una fiesta frenética de virtuosismo de melodías delirantes acompañadas por la abrasadora batería de Portnoy y los juegos equilibristas de Reingold sujetando el bajo con la barbilla.

Fue a la salida, esperando a que Neal y compañía se dignaran a pasar por la puerta a saludar, cuando descubrimos la segunda ventaja de ir a este tipo de conciertos y no tener pene. Alguien de la organización nos dejó entrar con un "Pasad, pasad" en inglés. Fue cuando descubrí que eso de haberme tirado el verano pasado viendo series en versión original había servido de algo.

Al bajar por las escaleras con cara de Jim Carrey consternado nos recibió Reingold, el bajista de The Flower Kings que hace un rato había hecho malabarismos en el escenario y que ahora casi tenía que hacerlos para lograr mantenerse en pie. En un rato acabamos sentados en las escaleras bebiendo mientras nos contaba sus batallitas de inicio en el mundillo de la música mientras alguien de la organización y Mike Portnoy se pasaban por ahí de vez en cuando. Para entonces, Jonas Reingold ya había propuesto varias veces que todos los que estábamos allí nos fuéramos en el bus de la banda a continuar la fiesta a Bordeaux, donde tendría lugar el próximo concierto. Claro que para entonces tampoco sabía muy bien dónde estaba.

Hubo un momento en el que la situación se volvió más rocambolesca. Fue cuando llegó el bus y al organizador le entró un ataque de pánico porque nadie sabía dónde se había metido Reingold. Tuvimos que recorrer todo el local, ahora lleno de adolescentes bailando electro, por si el bajista se encontraba dándolo todo en algún lugar de la pista. Apareció cuando ya estábamos todos fuera, donde aprovechó para intentar tomar el control de la situación y, tranquilamente, propuso como solución que nos fuéramos todos a Bordeaux.

"Otro día quedamos a comer paella", comentó antes de subirse finalmente al bus.

17.2.13

David Bowie 10 años después, o cómo sacar un disco sin despeinarse




Como si hubiera leído mi entrada anterior y hubiera decidido hacerme quedar mal, el mes pasado el escurridizo David Bowie decidió anunciar el mismo día de su cumpleaños un nuevo disco. Así porque sí. Y sin titánicas promociones ni entrevistas exclusivas. David Bowie ha conseguido que su noticia bomba pase de puntillas por delante de los medios, por lo menos hasta marzo, cuando salga el disco y reciba codazos sugerentes de todas partes instigándole a dar un par de conciertos.

The Next Day es el nombre del nuevo álbum, cuya portada ha causado disparidad de opiniones cuando se ha visto un cuadrado blanco con el nombre del nuevo disco encima de la que fuera la carátula del mítico Heroes. Pronto se han explicado varias interpretaciones que abarcan desde la expresión de los cambios que han tenido lugar en el ambiente de Berlín desde los años 70 hasta una falta de imaginación por parte del diseñador. Traducción de esta portada aparte, su productor ha prometido un Bowie clásico y también vanguardista para este lanzamiento, cuyo setlist y primer videoclip se colgaron a primera hora en su página web oficial el mismo día en el que el Duque Blanco sopló las 66 velas.

David Bowie se ha estrenado con Where Are We Now, balada lacónica que evoca con nostalgia y un suave piano la temporada que pasó el artista en el Berlín setentero. Una voz calmada y sosegada, triste y rota en ocasiones, da un repaso por los locales y las zonas alemanas que más destacan de sus años de juventud, en los que se cocieron Low, Heroes y Lodger en la llamada "Trilogía de Berlín". Con esta nueva canción, el que fuera uno de los representantes más importantes del glam en los años de las plataformas y los brillos, muestra su lado más elegante y oscuro ensamblado en forma de elegía.

Ya sea una vuelta al pasado con su poesía marciana o una ventana abierta a lo experimental, esta grabación secreta no es garantía de una nueva gira de nuestro alien favorito. David Bowie ha dejado caer que sí, que a lo mejor hace un pequeño concierto si le apetece, pero visto el ánimo de iguana letárgica que tenía cuando el Sandy Relief y los Juegos Olímpicos seguramente no haya que hacerse muchas ilusiones. 

Al contrario que el que se comiera los escenarios con Ziggy Stardust, The Who siguen en ruta y este mes se han puesto a la venta las entradas para los conciertos de la gira europea. Y por gira europea se refieren a un repaso completo por Reino Unido y, por último, París y Amsterdam. Así como de propina. 

Por otra parte, Fleetwood Mac, aprovechando que se han subido al carro de coger un viejo disco y sacarlo al mercado con una calidad sonora diferente, también han decidido hacerse un viaje. Rumours, a años luz de sus primeros trabajos de blues-rock, es un álbum con una variedad vocal y temática, de letras ácidas y sentimentales nacidas al calor de los problemas personales que estaban teniendo lugar en el caótico eje del grupo. Así,años y riñas después, no es poco probable que sus conciertos puedan acabar pareciendo una telenovela.

8.2.13

Fleetwood Mac, de vuelta

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Fleetwood Mac, uno de los grupos más cambiantes en formación y estilo desde los años 60, ha sido uno de los últimos en subirse al carro de los discos nostálgicos y las giras titánicas. Siendo una de las bandas más longevas y representativas de la revolución musical, Fleetwood Mac ha pasado desde el blues más espeso hasta suaves temas pop. Ahora, tras discos aparte en solitario, parejas rotas y unos cuantos años más encima, vuelven al ruedo con un álbum reeditado bajo el brazo.


El setentero Rumours, considerado el trabajo más exitoso del grupo con un sonido que divergía de sus inicios de blues más tradicional, es el elegido para el lanzamiento del próximo abril, que además contará con dos grabaciones en directo de una gira de 1977 y con unos rescatados temas inéditos. Fleetwood Mac no había sacado temas nuevos desde su último disco de estudio de hace más de dos décadas, Say You Will.


Grabado durante 1976 y publicado un año después, Rumours es un álbum con una variedad vocal y temática de letras ácidas y sentimentales, nacidas al calor de los problemas personales que estaban teniendo lugar en el caótico eje del grupo. A través del disco se viaja por una mezcolanza de cálidas baladas introspectivas moldeadas con temas pop-rock y alguna pincelada folk. A años luz de sus primeros trabajos de blues-rock desde sus inicios en 1967, la formación camaleónica de la banda propició la creación de nuevas melodías pegadizas con el consiguiente cambio progresivo de estilo.


Este revivido disco es la carta de presentación para una gira que en un principio había mantenido en disparidad de opiniones a varios de los miembros del grupo, que ahora se califican a sí mismos como nostálgicos ante esta vuelta al pasado.


 Estados Unidos será la base de una serie de conciertos que se extenderán por una llamada gira mundial desde el 4 de abril, aunque de momento no haya fecha fijada para España. Europa y Australia son los siguientes destinos a los que el grupo llevará su regreso a los escenarios mientras el batería Mick Fleetwood intenta convencer a sus compañeros de viajar con su música hasta la India.


El descontento con la gira europea, que empezará a finales de año, se ha hecho visible ya entre los fans de Inglaterra y alrededores, donde el precio de las entradas ha cogido complejo de concierto de los Rolling Stones, con casi 200 euros por el ticket más barato, lo que contrasta con los precios más moderados de su gira norteamericana.

11.1.13

En busca del paraíso

"¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos?". No, no es un nuevo twittero. Es el título de uno de los cuadros más importantes de Paul Gauguin y quizá las preguntas que se arremolinaban en su cabeza días antes de hacer las maletas para dejar su perfecta vida burguesa en París y partir hacia las exóticas tierras de la Polinesia.


El pintor postimpresionista tenía 35 años cuando decidió que la fría cultura occidental, con sus modas impuestas a los movimientos artísticos imperantes en el momento, no era lugar para él. Sin apenas nociones artísticas o clases profesionales, el espíritu anarquista y libre de Gauguin lo llevó a desaparecer del mundo artificial para sumergirse en uno propio, lejos de todo lo conocido, de su familia y su trabajo. "Bajo un momento a comprar tabaco", se rumorea que le dijo a su mujer mientras salía por la puerta.


Gauguin pasó por la fértil isla de Taboga y se impregnó de la sensualidad del color del Caribe, pero quizá su etapa más conocida fue su estancia en Tahití. Allí, rodeado de una cultura tropical y conviviendo entre los paradisíacos pigmentos de la naturaleza más colorida, el francés dio rienda suelta a sus pinceles creando brillantes obras que influirían más tarde en vanguardias como el expresionismo alemán o el fauvismo, donde el color cobra un protagonismo total deslizándose por el lienzo y conformando siluetas con unos trazos sugerentes. Gauguin fue, sin duda, uno de los padres de este movimiento.


La importancia de este pintor que renunció a su época y a su cultura y plasmó con sus pinturas algunos de los lugares más maravilloso de la Tierra parece cobrar últimamente un mayor protagonismo que ya iba siendo necesario reconocer. Mucho se ha hablado de Van Gogh y sus girasoles como gran representante del postimpresionismo mientras el pobre Gauguin se pasaba el día deslomándose en una isla paradisíaca de aguas cristalinas y nativas en bikini.


El museo Thyssen de Madrid expone "Gauguin y el viaje a lo exótico" desde el mes pasado como homenaje al aventurero artista y la escritora Ángeles Caso ha publicado una nueva biografía con el esclarecedor título de "Gauguin, el alma de un salvaje", en el que retrata el afán del artista de una búsqueda que le inspirase a crear un nuevo arte.


Gauguin, romántico e innovador, descubrió con su obra una nueva forma de vida, alejada de la "contaminada" civilización occidental, demostrando que los estándares que rigen una cultura no son siempre el único punto de vista. Dio un giro a su vida a una edad que actualmente es considerada como la adecuada para sentar la cabeza (una madre contemporánea te plancharía la cara con una sandalia nada más anunciar un "mamá, me voy a la Polinesia a dibujar") y sus ansias de renovación nos han dejado un regalo artístico impagable en la cultura mundial.


En un mundo que seguía encerrado en sus propias paredes, Gauguin logra lanzar un rayo de luz dejando un mensaje casi tan importante como sus obras, evocador, instigador y conveniente hoy en día; no le gustaba algo, y consiguió cambiarlo.