1.3.12

The artist killed Sirius Black



De todo se pudo ver en la gala de los Oscar, empezando ya por la alfombra roja, desde legendarios astros protagonistas de la gran pantalla hasta actores noveles comparados con “niños en una tienda de chucherías”.

Entre los asistentes más frikis exóticos, un perro francés con una pajarita negra al que le dio por ladrar a una cámara de televisión, una monja (vestida de monja y con cara de monja) ex compañera de reparto de Elvis Presley y el polémico Sacha Baron Cohen vestido de dictador, ataviado con unas gafas de sol, una barba de revolucionario cubano y acompañado por dos guerrilleras con minifalda, que le ofreció un poco de rock and roll a la gala esparciendo por ahí cenizas desde una urna con el rostro de Kim Jong-il.  

Mientras en un reportero engominado despertaba el deseo de ahorcar a Sacha Baron Cohen con el cable del micro por haber llenado de mierda su esmoquin, otros actores de sonrisa Profident iban amenizando la tarde con anécdotas como el día en el que alguno de ellos se encontró en una cafetería con Tom Hanks. Todo muy civilizado.

Más tarde, dentro del, según el cartel, aún Kodak Theatre, un enfarlopado Billy Crystal aparecía danzando en el escenario, paseándose entre el público para acomodarse en un asiento o flipando con los de El Circo del Sol.

Entre los premiados, un Robert Richardson que parecía no haber pasado por la peluquería en su vida recogía el Oscar a mejor fotografía, para La invención de Hugo.
También se aberronchó a su estatuilla Octavia Spencer, emocionada, llorosa y también sobrehormonada, que agradeció a la Academia que la sentaran "al lado del tío más bueno de la gala." Aunque no estaba sentada ni con Benedict Cumberbatch ni con Robert Downey Jr.
Otro más fue Christopher Plummer por Beginners, que se descojonó acordó del pollo escocés con el que comparte plano en la película con una sonrisilla socarrona y un “Con Ewan McGregor compartiría este premio encantado si me quedara un ápice de decencia, pero no me queda.” Eché en falta que soltara un "deal with it" y se pusiera unas gafas de sol.

Meryl Streep, con un vestido con complejo de Oscar que Colin Firth no sabía si entregar la estatuilla a la actriz o viceversa y Jean Dujardin, el actor francés que tuvo que sacarse una chuleta del bolsillo y agradeció el premio incluso al perro de The Artist, se llevaron el Oscar a mejor actriz y actor mientras Gary Oldman practicaba el Avada Kedavra por debajo de su asiento.

En cuanto a los presentadores, Cameron Díaz y Jennifer López hicieron una genial interpretación de su papel de Chicas Wooo, Penélope Cruz fue a comprar el pan en el DeLorean antes de la gala y parece que su pelo se quedó en los 60, y Robert Downey Jr., con pajarita y gafas naranja cual motherfucker, se empeñó en grabar su propio documental en directo.

Sí, hoy me he salido del tema habitual. Llamadme rebelde si queréis.

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