28.2.11

OSCARS EVERYWHERE


He de decir que, sinceramente, me ha supuesto un curioso esfuerzo encontrar una noticia sobre los ganadores y piltrafillas perdedoras de los Oscars que no tuviera en el titular que Justin Cabezahuevo Bieber y Selena Yonkimadeindisney Gómez llegaron de la manita a la ceremonia, o que el vestido de tal se parecía en el bordado al de Pascual (qué poca vergüenza) o que Nicole Kidman avanza de forma satisfactoria en su proceso de conversión a una estatua de cera.

La verdad es que me he enterado esta mañana vía sms (por si mi amable profesora de Periodismo tenía la fantástica idea de hacernos un test de actualidad) en el que se repetía una y otra vez la frase "El discurso del rey". Me llena de orgullo y satisfacción ha chocado bastante la cantidad ingente de estatuillas que se ha llevado esta película dejándole unas simples migajas de mejor guión adaptado y demás a la Red Social. Testigos aseguran haber visto a Colin Firth salir del Kodak Theatre con una carretilla llena hasta arriba de hombrecillos dorados mientras Jesse Eisenberg lloraba en una esquina.

Siguiendo con esta crítica tan chorra, me hubiera gustado haber visto Cisne Negro para poder comentar lo supuestamente  merecido que tendrá Natalie Portman el Oscar a la mejor actriz, pero una vez más mis preciosos planes de ir a verla al cine el viernes pasado se vieron truncados por cierto cumpleaños (crónica del cual podéis leer más abajo).

Del día de hoy no puedo decir mucho. Cinco minutos antes de que empezara nuestro programa de radio a Carmen se le cayó el piercing en el baño del primer piso. Y recalco primer piso porque una vez lo hubo encontrado y tras mil y un intentos, todos fallidos, de volver a ponérselo, hemos tenido que bajar las escaleras y cruzar hasta el edificio de audiovisuales como si de una estampida se tratara. Creo que tan solo nos ha faltado gritar "Jumanji".

Por último, y en representación a todos los que se encuentran en la misma situación que yo, me gustaría hacer un llamamiento a todos los conductores cabrones de metro que, aun viéndote en la lejanía correr hacia ellos en un intento desesperado de subir al primer vagón, arrancan con una sonrisa socarrona pintada en sus maquiavélicos rostros tras un pitido de lo que ellos creen advertencia pero que en realidad están diciendo "Jódete, pringao". Creo que el señor metrista del que he perdido esta tarde hasta me ha saludado con la mano mientras pasaba de largo.

Os dejo con un artículo de la Rolling Stone de algunos edificios de Londres donde dioses como The Beatles, Jimi Hendrix o The Who compusieron algunas de sus canciones. (Lo que no consiento de ninguna de las maneras no me gusta es que en el titular se refiera como "clásicos del rock" a lo que después llama "pop". Pop. Mother of God...)

Observación del día: las calles ya huelen a petardos.