Arcade Fire y su Reflektor han aterrizado antes de lo esperado.
Siendo el 29 de octubre su fecha oficial de publicación, el grupo pensó que
sería una buena idea trollear sorprender a los fans colgando su nuevo álbum en Youtube
días antes del lanzamiento. Y los primeros que lo escucharan descubrirían unos Arcade Fire más bailables de lo normal. La banda
canadiense ha decidido inclinarse esta vez hacia una pendiente más divertida y
fiestera con un disco caracterizado por unas canciones a las que les importa
más hacer moverse por la pista al que las escucha que profundizar en el mensaje
de sus letras. Algo en un lado más alejado que Neon Bible o The
Suburbs.
Reflektor es un álbum mucho más rico que un simple salto
a lo disco o lo funky, aunque en ciertos momentos dé impresión de pastiche
barroco. Es fácil pensar en sonidos Bowie o de marca Depeche Mode.
Y hablando de David
Bowie, al que fuera Ziggy Stardust le ha emocionado el nuevo trabajo de Arcade Fire y se ha colado en los coros más
álgidos del primer single que da nombre al disco, 'Reflektor'. Incluso
bromeó con "robarles la canción" de lo mucho que le gustaba. Desde
que el Duque Blanco ha vuelto a la escena pública anda con mucha chispa.
El espíritu del baile y las ganas de fiesta que comentaba antes
se ven enseguida con 'We
Exist', al poco de arrancar el disco. Su ritmo decorado con sintetizadores
me evoca a un Travolta setentero con pantalones de campana y gomina y
brillantina hasta en las cejas. Eso sin contar el tío cubierto de espejos del videoclip de 'Reflektor', que parece un x-men. Es con 'Flashbulb
Eyes' donde se les va la
mano, con una innovación que sobrepasa los límites de los pobres ilusos que esperaban un
disco que siguiera la línea del single. Y aquí se reúnen el disco, el reggae,
un ritmo "tropical" que se descubre en el trasfondo del álbum.
Para seguir con el popurrí, el rock y unos toques punk no podían
faltar. 'Normal Person'
arranca fuerte, simple y adictiva. Un poco del rock de siempre, con estribillo
y guitarras en lo más alto, que nunca viene mal. En cuanto al punk que se ha
colado en Reflektor, 'Joan of Arc' es la que se queda con este toque en
su intro. Ninguna de las dos tiene desperdicio, ambas por el terreno más
convencional. Bastante parecen haberse contenido para no meter más tambores por aquí.
Antes de entrar a las siguientes, resaltar que la portada del
disco es el mito de Orfeo y Eurídice, plasmado en escultura de la mano de
Rodin. Quizá por eso las siguientes piezas, que nombran a los dos personajes de
la mitología griega, puedan calificarse como las "centrales" del
álbum. 'Awful Sound (Oh
Eurydice)', que arranca con el sonido africanizado de los tambores marcando
el ritmo, y que se alarga suave y ecléctica, engalanada con coros de fondo,
hasta los 6 minutos. Muy dulce y muy agradable a la escucha. En la otra parte
del Yin y el Yang, tras el brusco corte de 'Awful
Sound', tenemos 'It's
Never Over (Hey Orpheus)', que arranca ya más electrónica.
Arcade Fire ha jugueteado con las nuevas tecnologías y los nuevos sonidos como ya varios artistas este
año, que solo falta que lancen singles al grito de tonto el último. El resultado final (donde
no ayudan mucho las letras algo dejadas) no es algo demasiado novedoso en el
panorama musical actual, pero sí un punto de inflexión para ellos y unos nuevos
aires, con los que se arriesgaban a darse el hostión contra el suelo, a los que han sabido dar una buena dirección.